martes, 9 de septiembre de 2008

Volando lentamente en el aire que se escapa entre tus dedos, imagino lo invisible palpando con los ojos cerrados el humo que emana tu cuerpo después de hacer el amor.
Artificialmente sonrío y camino pisando cada obstáculo que se cruza por mi camino, como obviando tu cara frente a mi, intentando evitar que avance.
Escucho historias mudas difíciles de creer, contesto sin palabras y me arrastro por el caliente cemento de la avenida del ayer.
Incoherencia mental y anhelo imposible del envejecer al lado de quien siquiera conozco.
Espesas gotas de humedad escriben mi espalda mientras tus manos las tuercen para morir en ellas.
Saber que siempre es lo mismo y despertar soñando que todo es un sueño.
El reflejo de mi cara en el fondo de un inodoro vomitado.
Papeles que se vuelven a encender, la hierba usada, fumada, todavía incompleta.
Respirarte y percibir nada.
Elixir sexual, antídoto perfecto para la imperfección diaria de mis días.
Anillos cayéndose y rebotando en el espeso dolor del abandono; cuerdas enlazadas con deseos, cortadas con la resignación.
Un cuerpo bailando al son de la amargura, desnudándose ante todos, consiguiendo lo que ya acostumbrado esta, sentirse atado con venas por las que corre la soledad.

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